38. Todos querían suicidarse pero ninguno quería morir.
Sinceramente hacía tiempo que no caía en mis
manos un libro que valiera la pena reseñar hasta que en la lectura de este mes
en el Club nos propusieron “Delicioso suicidio en grupo” de Arto
Paasilinna. Ya el título era suficientemente goloso ¿no creéis? Aunque siempre
hay esa incertidumbre inicial de cómo tratarán el tema de la muerte: ¿Será
demasiado triste? ¿Estará en clave de humor? ¿Será muy gore? Y es que la muerte
es un tema sobre el que cuesta escribir y se tiende a historias lacrimógenas de
tono moralista que empalagan al lector.
Cuál fue mi sorpresa cuando Onni Rellonen deprimido
en las festividades de San Juan por su última bancarrota decide suicidarse
pegándose un tiro en un pajar cercano que parecía tranquilo. Al llegar al lugar
elegido para su trágico final, se encuentra que alguien se le ha adelantado y está
tratando de ahorcarse ante la atónita mirada de Rellonen quien interrumpe la
tentativa del coronel Hermanni Kemppainen. En ese momento, ambos se dan cuenta
de que no están solos. Y así comienza una gran amistad.
El conocerse cambia su estado de ánimo: están
más contentos, hacen actividades juntos, comparten aficiones… y se dan cuenta de que su novedosa amistad puede ser muy útil para evitar más suicidios en Finlandia.
El libro contiene una gran crítica a la sociedad finlandesa, al alto nivel de
suicidios, de la envidia y la soledad de muchos ciudadanos. También se mencionan
las políticas agrícolas, los problemas económicos, la posición de Finlandia en
Europa y su relación con otras culturas. Un humor negro y mordaz que acompaña a
los protagonistas en su viaje hasta el fatídico final.
Como iba diciendo Rellonen y Kemppainen (con
la inestimable ayuda de una jefa de estudios, Helena Puusaari, que también
desea acabar con su vida) organizan un movimiento social inaudito: una
asociación de suicidas. Ponen un anuncio buscando gente que quiera compartir su
deseo de matarse, celebran una conferencia donde se reúnen suicidas de toda
Finlandia y es allí dónde deciden acabar con sus vidas todos juntos a modo de
protesta. Un incidente inesperado en casa del embajador del Yemen, hace que las
cosas se precipiten y el grupo de asociados deciden huir del país en autobús lo
más rápido posible ante la posibilidad de que la policía los encarcele. Y así
comienza la aventura de una treintena de
suicidas que deciden poner rumbo al Cabo Norte para tirarse por un acantilado
todos juntos en un acto heroico. “Delicioso suicidio en grupo” es una tierna roadmovie hacia un final pactado. Sin
embargo, a medida que el viaje se va desarrollando y se van recogiendo nuevos
suicidas la nueva familia va reconectado con la alegría de vivir y el autobús
se convierte en su hogar. No es de extrañar que al llegar al acantilado decidan
posponerlo hasta Suiza, un lugar de montañas bucólicas ideal para morir. Y
viajan, viajan retrasando ese momento elegido hasta llegar a Portugal donde
tienen la gran revelación.
No voy a avanzar mucho más porque creo que es
un libro que hay que leer. En una sociedad donde la soledad es cada vez más
acuciante, donde la competitividad, la envidia y el egoísmo están a la orden
del día; la comunidad que se crea en ese autobús de suicidas finlandeses da
mucho que pensar. El amor, la amistad, encontrar un sentido a la vida, cambiar
de aires, compartir, viajar… Los ingredientes perfectos para que el parásito
mortal no te vaya royendo por dentro.
A pesar de ser un libro con cierto toque de
humor, hay momentos dramáticos con las pérdidas inevitables de algunos
personajes que, a pesar de los demás, no consiguen verle la luz a la vida porque
hay veces que la luz se oculta tras el velo de la soledad, la tristeza o el
dolor vital. Son muertes dignas y respetadas, pero muertes al fin y al cabo.
Es un libro dulce, divertido y esperanzador. Encontrar
el sentido a la vida no siempre es fácil ¿o hay muchos que tengan claro su
misión en la vida? Pero a pesar de las épocas oscuras; el sentido de pertenencia
a un grupo, una tribu, que sienten y respiran como tú, que arropan, que sufren
y padecen y hablan la misma lengua emocional ayuda a ver la luz al final del
túnel. Y es lo que consigue este grupo tan peculiar: ven la luz en su viaje
hacia la muerte y deciden posponerla para disfrutar de la vida, hacer aquello
que les anima a continuar hacia adelante a pesar de las dificultades que se les
crucen en el camino y ser simplemente felices.
Afortunadamente yo me siento muy agradecida de
tener a mi tribu que me acompaña, me arropa, me escucha y me muestra en muchas
ocasiones que no hay que desfallecer, que realmente hay luz, sólo hay que saber verla y confiar en que
llegará a inundar todo el horizonte como un precioso amanecer estival
a la orilla del mar. Gracias, gracias, gracias.
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